Contexto:
Este es el comienzo de una serie de relatos de fantasía ambientados principalmente en el mundo de Eirea, mundo en el cual se desarrolla el MUD Reinos de Leyenda y el cual empecé a jugar en Enero 2017.
Un MUD (Multi-User Dungeon) es un juego de rol online basado en texto, imitando a los clásicos juegos de rol en vivo.
Antes de comenzar con esta serie de relatos he pedido permiso para poder usar dicha ambientación al Consejo De Jugadores y al mayor inmortal, Satyr.
Dejo la Eireapedia que es la wiki de Reinos de leyenda, en la cual se puede obtener información muy valiosa sobre diferentes aspectos de este juego. Y aquí dejo la historia de Eirea donde, en diferentes artículos, podemos leer todo lo que ha sucedido desde la creación de este MUD y que ayude a entender mejor el contexto donde se desarrollan estos relatos.
Sin más, os dejo con el prólogo, espero que lo disfrutéis tanto como yo. Déjame en los comentarios que te ha parecido, cualquier cosa a destacar, teoría por donde puede continuar la historia, o cualquier otra cosa que se te ocurra.
Prólogo:
Las velas a medio apagar iluminaban tenuemente la estancia siniestra. Las paredes eran de piedra negra y pequeños grupos de malas hierbas crecían sin un orden aparente por los recovecos, cualquiera diría que se trataba de una cueva natural, o un sótano abandonado y profundo bajo tierra. En la estancia lo único destacable era una mesa de madera podrida al fondo de la pared norte, acompañada por una silla, también de madera podrida, tirada en el suelo de espaldas. El silencio solo era roto por una gotera que caía rítmicamente por el lado derecho de la mesa podrida, sin llegar a tocarla.
Si alguien vivo hubiera estado en ese momento en la estancia, podría haber escuchado unos cortos pero rápidos pasos acercarse a la penumbra del lugar y sentir como el eco hacía su efecto. Alguien encapuchado de negro entró corriendo portando consigo un candelabro y unos pergaminos enrollados, sujetados por el brazo y el pecho. El ser arrojó lejos de una patada la silla, haciendo que se rompiese al impactar con el otro lado de la pared. La mesa tembló con el estruendo que provocó la silla, y más tembló cuando el ser apoyó el candelabro con un fuerte golpe en una de las esquinas.
Algunos pergaminos cayeron al suelo, otros estuvieron a punto de quemarse con el candelabro, pero el importante estaba ahora sujeto por el ser ante sus ojos. Con mucho cuidado, desenrolló el lazo del pergamino y lo extendió sobre la mesa mugrienta. A simple vista no se veía nada escrito, cualquiera diría que era un pergamino en blanco. Pero no a ojos del ser siniestro. Movió los labios resecos y se pasó la mano derecha por donde debería tener los ojos y unos tenues brillos iluminaron el pergamino. Con otro gesto de la mano, el pergamino empezó a levitar ante el ser ahora con símbolos y runas iluminadas en tono rojizo.
De repente un fogonazo rojo iluminó toda la estancia durante un parpadeo.
Mientras tanto, en un bosque muy, muy lejano, un joven elfo se desperezaba subido a una rama alta mientras contemplaba el amanecer. Se frotó los ojos y observó el bosque lleno de vida a su alrededor. Seres vivos de todo tipo se despertaban poco a poco. Las flores se abrían al sol, los animales se estiraban o se lamían el pelaje, los elfos y humanos salían de sus casas con cara de sueño, los enanos roncaban a pierna suelta sobre un charco de cerveza, y los halfling ya estaban preparando su primer desayuno.
El bosque se componía de 2 partes bien diferenciadas. La única entrada era atravesando el bosque profundo que luego se abría a un claro, con forma de rombo, en cuyo centro estaba la cabaña principal de los druidas y a los laterales algunos animalillos heridos y otras cabañas. Por el otro extremo del rombo se habría un pequeño sendero que daba al poblado colgante, con forma de cuadrado, en el que destacaba en el centro un viejo roble de un tamaño y grosor descomunales. En la copa de dicho Roble, se encontraba este joven elfo divisando.
El joven elfo saltó al suelo con unos gráciles saltos que no hicieron el mínimo ruido o movimiento en el gran roble, y comenzó a caminar hacia la cabaña situada en el centro del claro. Allí saludó a los druidas mas ancianos, que parecían tener más vitalidad que los jóvenes.
– Saludos Raiduan – dijo el que parecía ser el druida más anciano.
– Saludos Gran Druida – contestó el joven elfo.
– Sé que sois joven aún, pero vuestra habilidad con la caza está por encima de la media de los elfos de tu edad. Por lo que necesito que acompañéis al Gran Cazador en la temporada de caza que abrirá hoy mismo, ya que algunos hermanos han enfermado y necesitamos víveres. Solo tenemos para cubrir necesidades durante los próximos dos días y los enfermos necesitan toda nuestra atención – suspiró el Gran Druida.
– …sería todo un placer, Gran Druida, pero ¿no se enfadará mis padres? Vos sabéis que aún no soy miembro de los Rangers por lo que tampoco del equipo de caza y no estoy seguro de estar a la altura – titubeó Raiduan.
El Gran Druida le sonrió tranquilizadoramente y apoyó una mano sobre el hombro tenso de Raiduan.
– No os preocupéis por vuestros padres, yo me encargaré. Y sé que estáis a la altura de acompañar al equipo de caza porque os he observado sin que vos supierais, por eso sé que vuestra habilidad está por encima de la media y seríais de gran ayuda para nuestro poblado.
– Gra… gracias Gran Druida. Me enorgullecen vuestras palabras – se sonrojó Raiduan. Prepararé mis cosas para partir en seguida.
– Un momento joven elfo, no tan rápido. Tengo un regalo para vos –
El Gran Druida guiñó un ojo y de la espalda sacó un arco simple de madera pulida junto algunas flechas en un carcaj de lana listas para ser lanzadas.
– Esto para vos. Es un arco simple hecho por uno de nuestros mejores artesanos. Es mucho mejor que se arco tosco que lleváis a la espalda. Considera esto un regalo personal, porque tengo confianza en vos de que lo haréis bien. – sonrió abiertamente el Gran Druida mientras le hacía entrega del arco y el carcaj con las flechas.
Raiduan nervioso no supo que decir e hizo una reverencia torpe.
– No sé como agradecéroslo, Gran Druida. Prometo estar a la altura y cuidarlo como si fuese una parte más de mi cuerpo. Con orgullo y honor acepto pues vuestro regalo.
– Prepárate joven Raiduan, y tu agradecimiento será los víveres que consigas para todos nosotros. Lo doy por hecho.
El joven elfo salía contento de la cabaña con su nuevo arco colgado en la espalda, sin ser consciente de las miles de aventuras y desgracias que el destino le tenía preparado en su larga vida élfica.
Magnífico relato y te lo digo desde el conocimiento ya que como sabes soy un devorador de libros
Muchas gracias! Me alegro que te guste.
Quien sabe si lo mismo un día escribo un libro jajaja